Conferencia de Comunidades Monásticas del Cono Sur
Conferencia de Comunidades Monásticas del Cono Sur
Que San Benito vuelva para ayudarnos a recuperar la vida personal;
esa vida personal por la que hoy sentimos codicia y afán, y que el desarrollo
de la vida moderna, que despierta en nosotros el deseo exasperado de ser
nosotros mismos, sofoca y despierta, lo desilusiona y lo hace consciente. Esta
sed de verdadera vida personal presta actualidad al ideal monástico (Pablo
VI, Discurso después de la consagración de la basílica de Montecasino).
Este número de Cuadernos Monásticos quiere aportar algunos elementos para la reflexión sobre la vida monástica, que a la luz del magisterio de la Iglesia se nos presenta como vocación y camino de humanidad renacida del Espíritu: “Cuando Dios llama de modo total, como en la vida monástica, la persona puede alcanzar el punto más alto de cuanto la sensibilidad, la cultura y la espiritualidad son capaces de expresar”. (…) “El monasterio es el lugar profético en el que la creación se transforma en alabanza a Dios y el mandamiento de la caridad, vivida en la práctica, se convierte en ideal de convivencia humana, y donde el ser humano busca a Dios sin barreras ni impedimentos, transformándose en referencia para todos, llevándolos en el corazón y ayudándoles a buscar a Dios” (Orientale lumen, 9). “Este camino de liberación interior, en la apertura al Otro, convierte al monje en el hombre de la caridad” (Orientale lumen, 14).
A una serie de tres artículos sobre la vida monástica –en los que se abordan aspectos diversos de la misma, tales como el número deseable de monjes en una comunidad, los signos del Espíritu Santo actuando en la vida diaria, la vocación benedictina–, se suma la primera parte de un artículo sobre el crecimiento de la persona en el dinamismo del encuentro con Dios, con uno mismo, con los demás y con la creación, en el marco de la antropología cristiana, que ve la clave de la felicidad del hombre en su ser de hijo, creado por un Padre amante a imagen Suya, restaurado progresivamente en su semejanza por el Espíritu Santo, manantial de vida nueva brotado del costado del Hijo hecho hombre y muerto por nuestros pecados.
La crónica de la Reunión Regional Mixta Latinoamericana –REMILA– nos brinda el testimonio concreto de cómo opera el dinamismo dialógico en el ámbito de la orden cisterciense.
En la sección “Fuentes” comenzamos la publicación –que se hará en tres números sucesivos– del Comentario que san Agustín hace a los Salmos Graduales, cuyo sentido ascensional, aplicado a las etapas de la vida, es de sumo interés para el hombre de todos los tiempos.
Desde esta panorámica histórica y de hecho, quisiera pasar a la averiguación de la siguiente cuestión: ¿cuál es el número teóricamente deseable? Fueron sobre todo sociólogos alemanes los que prepararon el instrumental necesario para responder a esta pregunta.
A menudo pensamos que una teofanía debe ser un acontecimiento solemne, recordamos a Moisés en el monte Horeb o en el Sinaí. Pero las Escrituras nos invitan continuamente a ver que Dios se revela a sí mismo sobre todo a través de gestos y pequeños acontecimientos.
… Los benedictinos son, por vocación, simples seguidores incondicionales de Cristo, cuyos mandatos y consejos deben cumplir en la medida de su capacidad.
Si en ciertas épocas de su larga existencia o en ciertas regiones, aparecen dedicados de preferencia a determinadas actividades, como ser al estudio de la liturgia, o al cultivo de las artes, esto ha sido efecto de circunstancias especiales y transitorias.
Todo encuentro nos cambia. En el encuentro con una persona descubrimos quiénes somos realmente y nos ponemos en contacto con nuestro verdadero ser. Martin Buber en su obra “Yo y tú”, pone en el tú el punto de partida del encuentro de uno mismo. Lo expresa de esta manera:” Yo me convierto en tú. Haciéndome yo, digo tú. Toda vida auténtica es encuentro”.
La experiencia filial del monje con su abad/esa es un elemento importante de la vocación monástica y nos abre a la experiencia filial de Dios Padre. La comunidad es y será siempre limitada y pecadora; en ella cada miembro tiene su proceso y se debe respetar la evolución personal y el ritmo de Dios.
Este salmo es el segundo de los que llevan por título “Cántico gradual”. Como ya han oído en la exposición del primero, son “graduales” porque se entienden como la subida, con nuestro corazón, hacia Dios, partiendo de la humillación de la tribulación, expresada como el valle de lágrimas. Es verdad que la subida sólo puede sernos útil si partimos de la humildad.
