En nuestras comunidades monásticas no vivimos exentos de lo que preocupa y alegra a nuestros contemporáneos. A veces, sin embargo, por no estar insertos directamente en esos acontecimientos, nos cuesta interpretarlos. Nos pasa como a esos discípulos de Jesús que iban discutiendo por el camino sin lograr descubrir un sentido a lo que había ocurrido en Jerusalén. En la apertura del Congreso de los Abades Benedictinos, realizado en Roma en septiembre de 2012, el abad Giuseppe Casetta realizó una hermosa lectio divina sobre el evangelio de los discípulos de Emaús, buscando despertar en los abades una interpretación a la luz de la fe, de aquellos temas que durante el Congreso irían proponiéndose. En este artículo que publica nuestra revista se nos deja entrever que el Congreso de los Abades, que tiene lugar cada 4 años en Roma, es una ocasión para ayudarnos a dar cada vez más espacio a la centralidad de la Palabra y de la Eucaristía en el interior de nuestras comunidades y congregaciones.
Con A. Hernández Rodríguez continuamos conociendo la Abadía de Cluny –ya el P. Rouillard, en el nº 183, nos informó sobre todo de sus inicios hasta su apogeo–, compenetrándonos de todas las vicisitudes por las que atraviesa su vida monástica en un largo período de profundas transformaciones políticas, eclesiales y socio-económicas, hasta la disolución de la Orden en 1820. Sus conclusiones iluminan nuestra actualidad.
La humildad como actitud básica del que busca a Dios, es vivida con alegre soltura y diligente eficacia por Raingardis (siglo XII), madre de Pedro el Venerable, quien siendo viuda, llegó a ser monja mayordoma en un pujante monasterio.
Hay personas que dejan huella, aún cuando ya no estén entre nosotros: es el caso de la Madre Cándida Cymbalista, osb. Nuestra revista vuelve a publicar un artículo de su puño y letra, un artículo escrito por ella en el año 1969, y publicado originalmente en portugués. A ella siempre le gustó escudriñar más, hacer reflexionar, decir cosas que se salen de lo común. Y aquí lo logra nuevamente en un tema muy viejo pero extraordinariamente actual: la libertad. Ella está absolutamente convencida de que los monjes de todos los tiempos han tenido y tienen una misión liberadora, en relación con las personas más simples, quizás menos favorecidas por la sociedad. Pero lo original de este artículo –escrito en un tiempo de grandes reivindicaciones y de audacias que, en un buen porcentaje, no llegaron a buen puerto–, es que ella defiende con gran convicción y argumentación, que la misión liberadora de los monjes la cumpliremos asumiendo con toda gravedad nuestra misión contemplativa. Nos entrega en este artículo que publicamos, un hermoso comentario del capítulo 31 del II Libro de los Diálogos de san Gregorio Magno, donde san Benito, desde su mirada contemplativa, libera tanto al Godo Zalla, como al campesino al que mantenía cautivo.
Si uno quiere encontrarse de verdad con otra persona, es preciso consentir en su alteridad. El P. Ghislain Lafont, monje benedictino de la Abadía de la Pierre-qui-Vire, en Francia, hizo muy joven este descubrimiento, que marcaría profundamente su trayectoria teológica. Su búsqueda no era sólo algo intelectual, sino marcadamente existencial y espiritual. Para él, la alteridad se manifiesta en palabras que es preciso entender y que sorprenden. Los que hemos podido conocer personalmente al P. Ghislain hemos podido reconocer esa capacidad suya de sorprenderse del otro, aún de cosas muy simples, elementales. Aquí publicamos, a modo de entrevista, algo sobre su historia, donde va apareciendo en el diálogo su trayectoria como teólogo, así como su riqueza humana y espiritual. Un monje que hace teología desde una comunidad a la que se siente vinculado y a la que ama.
El P. Abad Mamerto nos brinda una breve crónica del Congreso de abades de septiembre del 2012, donde volvemos a descubrir la dinámica divinamente humana del Espíritu, que se complace en actuar allí donde hay hermanos reunidos en su Nombre.
En las Fuentes publicamos un precioso documento sobre los orígenes del cristianismo y del monacato en Armenia: la Historia del reino de Tirídates y de la predicación de san Gregorio el Iluminador. En el marco tumultuoso de las vicisitudes de la historia armenia, que el autor del Prefacio compara con un mar tempestuoso, se destaca la belleza de los acontecimientos espirituales, que son la verdadera riqueza de los pueblos. La memoria del tesoro de la vida de los santos sigue siendo fuente de vida y salvación para quienes los veneran y viven de su luz inacabable.
El hombre es un deseo infinito interrumpido por una palabra en vistas a una comunión. Esperamos que este número de nuestra revista contribuya a enriquecer ese deseo infinito que late en el corazón de cada uno de nuestros lectores, y que ayude a desatar esos nudos que aún entorpecen esa libertad de los hijos de Dios a la que somos llamados.
“Permítanme que desarrolle esta tarea de introducción al Congreso sirviéndome del ícono bíblico de los dos peregrinos de Emaús (Lc 24,13-35). (…) El recurso al imaginario bíblico simbólico, más que a ajustados razonamientos, puede ayudarnos en la indicación de recorridos que, aunque apenas esbozados, nos dejen no obstante el deseo de posteriores ahondamientos o sugerencias útiles para nuestra vida”.
“La historia de la abadía de Cluny en la Baja Edad Media y en la Modernidad no es lineal. No se trata de una lenta y lineal decadencia hasta la supresión definitiva. Tiene momentos de crisis profunda y de recuperación y conserva hasta la Revolución la voluntad y capacidad de reformarse a sí misma”.
“La principal fuente de nuestro conocimiento de Raingardis se encuentra en la larga carta en la que Pedro el Venerable hace el elogio fúnebre de su madre. Dirigida a sus tres hermanos monjes: Jourdain, Pons y Armand, estaba en realidad destinada a un extenso público y compuesta según las reglas del género”.
Meditaba yo estas cosas cuando una tercera pregunta me envolvió, como un cilicio, la mente y el corazón: ¿cuál es, cómo es el “compromiso” de un monje frente a la “opresión-liberación”? (…) Decidí buscar en la Regla de san Benito y en los Diálogos de san Gregorio un hecho, algo que me ayudara a encontrar una respuesta clara, eficaz, verdadera. Un río de luz descendió de esos textos venerados y ya no tuve más ninguna duda en cuanto a la relación entre el monje y nuestra problemática actual.
Todo esto transcurría en el marco monástico y puedo decir que he tenido el privilegio, la gracia de Dios, de ser monje en una comunidad verdaderamente fervorosa, donde había y donde todavía hay una vida de oración y una vida fraterna muy fuertes. No digo haber hecho la teología “de rodillas”, pero la hice en el marco de una vida monástica observante, y esto también ha dado una nota.
Quisiera manifestar una impresión que todos tuvimos: fue un Congreso bien preparado, con sus tiempos equilibradamente distribuidos y mejor aprovechados. Un encuentro que todos consideramos muy positivo.
La historia de la vida monástica armenia está aún por hacerse, sobre todo en relación con sus orígenes y primeras manifestaciones, que están en la oscuridad. Lo más curioso es que se trata de las primeras manifestaciones de vida monástica en Oriente, lindante con la patria de origen de un Evagrio (Ponto), un Pedro el monofisita (Iberia) y Georgia, cuna de tantos testimonios manuscritos monásticos. Sin embargo las diversas tragedias vividas por el pueblo armenio a lo largo de los siglos y la consiguiente pérdida de testimonios culturales y de textos originales, han llevado a esta situación actual de desconocimiento, pero que no debe derivar en desinterés.