Peregrinos de esperanza, entramos ya en la segunda mitad del año jubilar que el querido Papa Francisco inició. Nos unimos en este caminar con el presente Cuaderno, que trata de temas contemporáneos y que llega justo en un momento de fuertes acontecimientos para nuestra Iglesia: el Papa Francisco ha llegado ya al final de la peregrinación en la tierra, precediéndonos a la casa del Padre luego de darnos su bendición la misma mañana de Pascua en un ejemplo de fortaleza hasta el final. En este Cuaderno resuenan algunos de los temas que nos legó el Papa Francisco: la sinodalidad, la búsqueda de unidad y la alegría de la vocación. Al dolor de su partida sobrevino el gozo de la elección de un nuevo Pontífice: el Papa León XIV, agustino, cuyo lema es “In Illo uno unum”[1], tomado de los Comentarios a los Salmos de san Agustín. Con estos regalos, no nos faltan motivos para acrecentar nuestra esperanza.
En el primer artículo, el monje-obispo de Trondheim, Noruega, Eric Varden, ocso, nos muestra cómo es posible vivir el camino sinodal como un camino de santidad, y lo hace tomando como punto de partida el Concilio Vaticano II que audazmente nos exhorta “a buscar insistentemente la santidad y la perfección dentro del propio estado”. Luego, en una lectio divina de algunos pasajes del Antiguo y el Nuevo Testamento, nos conducirá por una profunda reflexión que vale la pena meditar con atención.
Este año de gracia está marcado, además, por la celebración de los 1700 años del primer Concilio Ecuménico: Nicea. El P. Mario Haller nos ofrece un trabajo muy oportuno para unirnos a esta celebración, ya que nos presenta a san Ambrosio de Milán, fiel defensor de la fe nicena en un convulsionado siglo IV. Este artículo es una buena ocasión para conocer el contexto, las principales obras y la vida de san Ambrosio en lo que se refiere a Nicea, concilio que, como nos recordó el Papa Francisco, “tuvo la tarea de preservar la unidad”, tan necesaria en estos tiempos.
San Pedro nos exhorta a que pongamos el mayor empeño en afianzar nuestra vocación y elección (cf. 2 P 1,10). Una herramienta de gran apoyo para esta labor es el estudio que nos presenta el P. Michael Casey, ocso, invitándonos a hacer la experiencia de haber sido llamados. Apoyándose en el Papa Francisco, el P. Michael nos recuerda que “volver a tener presente ese momento de gracia es una fuente continua de sostén espiritual a lo largo de toda la vida”. Este artículo servirá tanto para profundizar en la propia vocación, como para ayudar a otros a discernir su camino buscando esa vida en abundancia que el Señor Jesús no solo nos da, sino que Él mismo es.
En la Sección Fuentes continuamos escuchando la Historia de los monjes de Egipto; historias para diferentes gustos, y de las cuales siempre podemos sacar una enseñanza.
Unidos en el camino sinodal, llamados a una vocación santa, como peregrinos en la tierra y animados por una misma esperanza, avancemos confiadamente con Aquel que nos llamó y nos acompaña, el cual nos lleve a todos juntos a la vida eterna.
[1] Aquí la frase, en su contexto un poco más amplio: “Estos cristianos, con su Cabeza, que subió al cielo, son un solo Cristo; no es Él uno y nosotros muchos, sino que, siendo nosotros muchos en Aquel uno, somos uno” (Comentario al Salmo 127,3).
«Esta conferencia, pronunciada ante el Capítulo General de la Congregación Benedictina de Solesmes en abril de 2023, presenta el camino sinodal como una experiencia espiritual. El autor, él mismo cisterciense y joven obispo de Trondheim en Noruega, ofrece una lectio divina en la que escruta los “relatos sinodales” de la Biblia y su tradición monástica para discernir las condiciones en las que el Sínodo sobre la sinodalidad va a ser un camino de santidad».
Este trabajo, dedicado a san Ambrosio, el gran obispo de Milán del s. IV, intenta reflejar los acontecimientos más significativos de su época y de su vida ejemplar. Ciertamente, el obispo milanés es recordado más que nada por su vínculo con san Agustín a quién ayudó a abrazar la fe católica y luego bautizó. En cambio, en este trabajo el acento está puesto en su defensa de la fe de Nicea durante su ministerio episcopal.
“El Papa Francisco está convencido de que la vida cristiana comienza con un encuentro personal con Dios, un momento de conversión o de vocación. Para algunos esto tiene lugar a una edad temprana, en los albores de la racionalidad, quizás a nivel subliminal. El Papa está convencido de que volver a tener presente este momento de gracia es una fuente continua de sostén espiritual a lo largo de toda la vida”.
“Vimos también otro anciano que sobresalía entre todos los hombres por la mansedumbre, de nombre Beno, de quien los hermanos que estaban con él afirmaban que nunca había salido de su boca un juramento ni una mentira, y que ningún hombre lo había visto nunca enojado o pronunciando en alta voz una palabra superflua y ociosa”.