UN SERVICIO ECLESIAL
El 8 de setiembre del pasado año un miembro de la Conferencia de Comunidades Monásticas del Cono Sur, en la persona del P. Bernardo Olivera ocso, era llamado a desempeñar un servicio eclesial como Abad General de la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia. Dom Bernardo, a la fecha abad del Monasterio Trapense Nuestra Señora de los Ángeles de Azul fue, desde mediados de 1969, miembro del Consejo de Redacción de Cuadernos Monásticos y asiduo colaborador de nuestra revista.
Nacido en Buenos Aires en 1943, el P. Bernardo ingresó en el Monasterio Trapense de Azul en 1962, después de cursar durante un tiempo estudios universitarios de veterinaria. Fue uno de los primeros novicios argentinos de la joven fundación. Habiendo entrado como hermano converso, al poco tiempo cambió a monje corista, regresando después a su primera opción. Gracias al Decreto de Unificación post-conciliar, hizo su profesión solemne como monje (1969).
Siendo profeso temporal fue enviado dos años a la casa madre, la Abadía de San José de Spencer (USA), para continuar sus estudios, los que completó a su regreso a la Argentina. Recibió la ordenación sacerdotal en 1971, después de la cual siguió estudiando un año en la Facultad de Teología de la Universidad Católica en Buenos Aires. Durante 1977 vivió en Roma cursando otros estudios superiores de teología y espiritualidad.
Las cualidades docentes del P. Bernardo pronto fueron puestas al servicio de su comunidad en los cursos de teología dogmática que dictaba, y en su desempeño como maestro de novicios desde 1973 hasta su nombramiento como superior en 1983. Amplio conocedor de San Bernardo, desde que su encuentro con Dom Jean Leclercq lo entusiasmó en el estudio del abad de Claraval, compartió los frutos de sus años de trabajo en numerosos cursos dados, no solamente a la comunidad de Azul y a las comunidades cistercienses de América Latina, sino también a la Unión Benedictina Mexicana.
Nombrado superior en 1983, fue elegido como primer abad de Azul en 1984 y reelegido en 1990. En este servicio se encontraba cuando los Capítulos Generales de Abades y Abadesas Cistercienses de la Estricta Observancia lo eligieron como su nuevo Abad General.
Dom Bernardo, con la colaboración de otras personas, fundó en la década del ’70 un movimiento laical -”Soledad Mariana”-, destinado a favorecer y profundizar la dimensión contemplativa de la vida cristiana en unión con María. Por este tiempo publica su primer título Contemplación en el hoy de América Latina (Buenos Aires, 1977). Su magisterio y enseñanza dirigidos a los miembros de “Soledad Mariana” tomaron también forma de publicaciones, con lo cual el carisma del movimiento, extendido ya en la Argentina y otros países, se abría a todo público. Así surgieron En María: Catecismo Mariano Contemplativo (Buenos Aires, 1983; traducido al portugués en 1990), Como María (Buenos Aires, 1986; continuación del anterior y que también ha sido traducido al portugués en 1991), y En Soledad y Solidaridad: Ejercitatorio Mariano Contemplativo (Buenos Aires, 1989).
Durante todos los años que el P. Bernardo formó parte del Consejo de Redacción de Cuadernos Monásticos, fueron varias las contribuciones originales con que apoyó a la revista.
Así se fueron sucediendo El Oficio Divino en Nuestra Señora de los Ángeles[1]; La “función” principal de la vida monástico-contemplativa[2]; Apuntes sobre el conocimiento propio de San Bernardo[3]; Meditación teológica sobre el sacerdocio monástico[4]; La Biblia en la espiritualidad de San Bernardo[5]; Nota sobre el arte espiritual en la tradición benedictino-cisterciense[6]; Lectio divina[7]; La tradición de la lectio divina[8]; Plan de formación monástico-cisterciense[9]; Comunidad formadora[10]; Para una teología de la consagración a María[11]; Inculturación del patrimonio cisterciense[12]; Introducción a la liturgia[13]; La piedad católica, lugar de encuentro[14]; Redemptoris Mater – Carta Encíclica de S. S. Juan Pablo II: Subsidio para profundizar su lectura[15] y Para una lectura de las obras de San Bernardo[16].
Invitado a contribuir con una ponencia en el Congreso Internacional por el IX centenario del nacimiento de san Bernardo realizado en Roma en setiembre del año pasado, Dom Bernardo, elegido pocos días antes Abad General de su Orden, desarrolló un tema clave: Aspectos del amor al prójimo en la doctrina espiritual de San Bernardo, valioso trabajo que Cuadernos Monásticos ofrece a sus lectores en el presente número[17].
Agradecemos a Dios la oportunidad dada a nuestra Conferencia y a América Latina de servir a la Iglesia en la persona del P. Bernardo. Le agradecemos a él mismo los años de colaboración constante dispensada a Cuadernos Monásticos. Nos comprometemos a acompañarlo con nuestra oración silenciosa, y a la vez le expresamos nuestro deseo de seguir contándolo entre nuestros colaboradores, más allá y a pesar de las múltiples ocupaciones de su cargo.
[1] Cuadernos Monásticos 12, V, 1970, pp. 113-139.
[2] Ibíd., 18, VI, 1971, pp. 159-168.
[3] Ibíd., 24, VIII, 1973, pp. 155-161.
[4] Ibíd. 26, VIII, 1973, pp. 489-494.
[5] Ibíd., 28, IX, 1974, pp. 127-141.
[6] Ibíd. 32, X, 1975, pp. 102-110.
[7] Ibíd., 46-47, XIII, 1978, pp. 429-437.
[8] Ibíd., 57, XVI, 1981, pp. 179-203.
[9] Ibíd., 61, XVII, 1982, pp. 163-174.
[10] Ibíd. 64, XVIII, 1983, pp. 75-78.
[11] Ibíd. 65-66, XVIII, 1983, pp. 149-158.
[12] Ibíd., 68, XIX, 1984, pp. 27-50.
[13] Ibíd., 73-74, XX, 1985, pp. 352-379.
[14] Ibíd., 81, XXII, 1987, pp. 157-170; ídem 82, XXII, 1987, pp. 301-322.
[15] Ibíd., 84, XXIII, 1988, pp. 22-31.
[16] Ibíd., 94, XXV, 1990, pp. 287-306.
[17] Una crónica sobre el Congreso puede verse en Patristica et Mediaevalia XI, Buenos Aires, 1990, pp. 114-115.