Conferencia de Comunidades Monásticas del Cono Sur
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EL LAVATORIO DE LOS PIES
MINIATURA GRIEGA (ATHOS). SIGLO XI
“Jesús, al aceptar en su corazón humano el amor del Padre hacia los hombres, los amó hasta el extremo (Jn 13,1) porque nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos (Jn 15,13). Tanto en el sufrimiento como en la muerte, su humanidad se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor divino que quiere la salvación de los hombres (cf. Hb 2,10.17-18; 4,15; 5,7-9). En efecto, aceptó libremente su pasión y su muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar: Nadie me quita la vida; yo la doy voluntariamente (Jn 10,18). De aquí la soberana libertad del Hijo de Dios cuando Él mismo se encamina hacia la muerte (cf. Jn 18,4-6; Mt 26, 53)”[1].
EDITORIAL
El segundo número de nuestra publicación reúne artículos sobre tres temas diversos: la celebración del noveno centenario de la venerable Orden del Císter; la importancia de la “belleza” en la vida consagrada; y la difícil cuestión de la relación entre gracia y libertad en san Agustín.
Cada uno de esos tópicos es asimismo tratado de forma muy diferente por sus respectivos Autores, de modo que nos encontramos ante contribuciones que satisfacen el apetito, por así decirlo, variado de nuestros lectores. En efecto, la complejidad de los “preparados” va aumentando a medida que adelantamos en las páginas de este número de Cuadernos Monásticos.
El texto que nos asocia a la celebración del noveno centenario de la fundación del Císter es accesible a un público amplio; las reflexiones del P. Alfonso Gil, en cambio, exigen un cierto conocimiento de la vida consagrada y de los aportes que sobre ella se vienen efectuando, especialmente desde la celebración del Concilio Vaticano II; finalmente, el artículo del P. Weismann está dirigido a los especialistas en la materia.
La sección “Fuentes” ofrece la segunda parte, y última, de esta importantísima homilía de Orígenes sobre el libro de los Números. Aún corriendo el riesgo de ser reiterativo, insisto en que vale la pena hacer un esfuerzo y adentrarse en su lectura. Es un texto básico de la espiritualidad cristiana.
En las recensiones, el lector advertirá que se ha dado un particular relieve a las publicaciones relacionadas con la “Historia”.
Orígenes, en un pasaje de su homilía -a la que recién aludimos- nos recuerda la importancia de la medida, la sobriedad, en el hablar, especialmente cuando se trata de “las cosas de Dios”. ¡Cuánta falta nos hace este don!
“De allí llegamos a Punón (Nm 33,42) que se puede traducir por: sobriedad de la boca. Quien haya podido contemplar el misterio de Cristo y del Espíritu Santo, y quien haya visto u oído lo que no está permitido a los hombres decir (2 Co 12,4), deberá tener la sobriedad de boca y saber a quién, cuándo y cómo hay que hablar de los misterios divinos”.
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Crónica del Encuentro (“Synaxis”), escrita por el P. Armand Veilleux, ocso; y texto de la homilía del abad Bernardo Olivera, ocso, pronunciada el 21 de marzo.
«La belleza, en “Vita consecrata”, se presenta como una meta de la vocación religiosa, con la misma fuerza y fundamentación que la santidad. Se llama a los consagrados a correr en búsqueda de la belleza desde la aspiración profunda del corazón hasta el encuentro pleno y definitivo con la Suma Belleza, Dios».
Análisis de la interpretación de san Agustín y Pelagio de los textos paulinos sobre libertad y gracia, salvación e historia, pecado y justificación.
Las etapas del itinerario espiritual del alma.
