Cuadernos Monásticos Nº 80

Editorial

Cuando en la noche del 24 al 25 de abril del 387, la noche santa de la Pascua, Agustín de Hipona recibía el bautismo en la Catedral de Milán, el drama íntimo del gran Padre de la Iglesia había terminado y nacía para Dios y la Iglesia uno de sus santos más ilustres.

A dieciséis siglos de entonces, la Iglesia y la cultura han querido celebrar este aniversario con diversas iniciativas. CUADERNOS MONÁSTICOS se asocia a este homenaje dedicando los trabajos del presente número.

Agustín de Hipona es de aquellos hombres que todo lo que abordan lo transforman. Su pasión por la verdad y el amor dinamizaron su fecundísimo pensamiento, concretándolo en una vasta producción literaria y en una infatigable acción pastoral en la joven iglesia de la paz constantiniana. Filósofo y polemista, místico y pastor, teólogo y poeta, encontrará en la búsqueda de Dios su síntesis vital y la unidad de su pensamiento.

Bautizarse será convertirse; convertirse, ser todo para Dios: siervo de Dios. Pocos días antes de aquel agosto del 386, en que las palabras de san Pablo le llevaron a la conversión definitiva, Ponticiano, el inesperado huésped africano, le habló de Antonio, el monje de Egipto, y de las muchedumbres que como él vivían en los monasterios. Recuerda Agustín (Confesiones 8,6) lo estupefactos que quedaron él y Alipio por las maravillas que Dios obraba en estos siervos suyos. De este modo el ideal monástico entró desde un principio en el horizonte cristiano de Agustín, aunque es verdad, ahora también, con características propias: en la ciudad, al servicio de la Iglesia, como comunidad ideal entre los hombres basada en el amor a Dios y a los hermanos.

Las ideas de Agustín impregnaron el cristianismo de Occidente y siguen alimentando hoy la fe de la Iglesia. San Benito no escapó a este influjo. En su Regla el ideal de caridad de Agustín aparece aquí o allá, directa o indirectamente, de modo especial en lo que hace a las relaciones recíprocas entre los hermanos y en la caridad que debe reinar en el cenobio benedictino. Junto a Casiano, Agustín es fundamento de la regla benedictina. Desconocerlo es dejar de comprender a Benito.

Los trabajos que presentamos se ordenan en una triple perspectiva. Luego de un perfil biográfico del Santo, sigue un ciclo de tres trabajos sobre su espiritualidad: la conversión, la humildad, la caridad. Un segundo ciclo ofrece estudios parciales sobre su doctrina: su concepción del hombre, los principios de interpretación de la Escritura, la espiritualidad monástica, y las relaciones de su regla con la regla benedictina. El tercer ciclo comprende una nueva traducción de la Regla a los siervos de Dios y una Bibliografía selecta de iniciación, para orientar a quienes deseen iniciarse en el vasto mundo agustiniano.

Deseamos agradecer muy especialmente aquí el valioso aporte de cada uno de los colaboradores de este Cuaderno; de un modo particular, al P. Francisco Weismann, OSA, quien en todo momento nos ayudó a concretar su edición.

CUADERNOS MONÁSTICOS se une al gozo de la familia agustiniana en este aniversario, y hace suya la recomendación del Papa Juan Pablo II en su carta apostólica Agustinum Hipponensem, en el sentido de “mantener vivo y atrayente el encanto de san Agustín ante la sociedad moderna”. Que estos trabajos despierten el gusto por este hombre incomparable que fue Agustín de Hipona y acrecienten en nosotros la sed de Dios y el amor a la Iglesia que él profesó.

Eduardo Gowland, ocso