XXVI.1. Tampoco quiero pasar en silencio lo que supe por el ilustre varón Antonio. Me contaba que un esclavo de su padre había sido atacado de elefantiasis, a tal punto que se le caía el cabello y se le hinchaba la piel, y no podía ocultar el pus cada vez más abundante. El padre de Antonio envió al enfermo al hombre de Dios, y al instante el esclavo recuperó su salud.
XXVI. Tampoco quiero pasar en silencio lo que supe por el ilustre varón Antonio. Me contaba que un esclavo de su padre había sido atacado de elefantiasis, a tal punto que se le caía el cabello y se le hinchaba la piel, y no podía ocultar el pus cada vez más abundante. El padre de Antonio envió al enfermo al hombre de Dios, y al instante el esclavo recuperó su salud.
XXIV.1. GREGORIO: Un día, uno de sus monjes, muy joven, que amaba a sus padres excesivamente, se fue a casa de ellos, luego de haber salido del monasterio sin la bendición. El mismo día que llegó, murió y fue enterrado. Al día siguiente, apareció su cuerpo fuera del sepulcro.