XXX.1. Un día, mientras que Benito se dirigía hacia el oratorio de san Juan, situado en lo más alto de la montaña, le salió al encuentro el antiguo enemigo disfrazado de veterinario, llevando un vaso de cuerno y un lazo.
XXVI.1. Tampoco quiero pasar en silencio lo que supe por el ilustre varón Antonio. Me contaba que un esclavo de su padre había sido atacado de elefantiasis, a tal punto que se le caía el cabello y se le hinchaba la piel, y no podía ocultar el pus cada vez más abundante. El padre de Antonio envió al enfermo al hombre de Dios, y al instante el esclavo recuperó su salud.
XXVI. Tampoco quiero pasar en silencio lo que supe por el ilustre varón Antonio. Me contaba que un esclavo de su padre había sido atacado de elefantiasis, a tal punto que se le caía el cabello y se le hinchaba la piel, y no podía ocultar el pus cada vez más abundante. El padre de Antonio envió al enfermo al hombre de Dios, y al instante el esclavo recuperó su salud.