OCTAVA DE PASCUA
Oh mi Dios, excelso y sublime, que te dignas mirar a lo débil[1],
mi alma y mi espíritu desfallecen ante tus infinitos beneficios.
Ábreme el tesoro de tu corazón tan misericordioso,
Oh mi Dios, excelso y sublime, que te dignas mirar a lo débil[1],
mi alma y mi espíritu desfallecen ante tus infinitos beneficios.
Ábreme el tesoro de tu corazón tan misericordioso,
La incredulidad del apóstol Tomás
Hacia 1230
Homiliario
Alemania
La Resurrección de Cristo
1366-1367
Andrea de Firenze
Santa Maria Novella, Florencia, Italia
Santa Gertrudis de Helfta, detalle del ciclo de los santos benedictinos. Monasterio Hagia Maria Sion, capilla de San Benito, Jerusalén.
Mírame y considera quién soy, paloma mía[1]:
Entrada de Jesucristo en Jerusalén
Hacia 1140-1170
Capella Palatina
Palermo, Italia
Santa Gertrudis, talla de madera policromada, capilla doméstica del convento jesuítico de Tepotzotlán - Museo Nacional del Virreinato, Tepotzolán, México.
Por Olivier Quenardel, ocso[1]
Crucifijo
1268-1271
Cimabue
Arezzo, Italia
Moisés y la serpiente. La crucifixión de Jesucristo
Hacia 1280
Ventanal
Catedral de Colonia, Alemania
«... La imagen se ha convertido en realidad, la profecía en manifestación, la Ley en Evangelio. Has atraído todo hacia ti, Señor, para que el culto de todas las naciones del universo celebrase por medio de un sacramento pleno y manifiesto lo que se venía haciendo bajo la sombra de las imágenes en el templo único de Judea. Ahora, los levitas son más ilustres, más elevada la dignidad de los ancianos, más santa la unción de los sacerdotes, porque tu Cruz es la fuente de todas las bendiciones, la causa de todas las gracias.