«Es todo el hombre el que renace y se renueva en Cristo, para que, como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, nosotros vivamos también una vida nueva (Rm 6,4), en otras palabras, es necesario que rechacemos los errores de nuestra vida anterior (...). Y de la misma forma como hemos revestido la imagen de lo terrenal, debemos revestir también la imagen de lo celestial. Porque el primer hombre es salido del suelo, es terrestre, pero, el segundo hombre, ha venido del cielo (1 Co 14,49.47).